Job 14:7"Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; Retoñará aún, y sus renuevos no faltarán."
No se puede arreglar el rostro de un niño me mira fijamente, descorazonado ante las trozos plásticos de un juguete destrozado. No se puede arreglar: el roble gigante yace junto a los escombros del huracán, sus raíces impotentes desarraigada.
No se puede arreglar: el hombre y la mujer se miran a través de la distancia que lo separa, pasmados en el silencio que dejan palabras que finalmente se pronunciaron. Algunas cosas en la vida se pueden emparchar, apoyar, reparar o rehacer. Sin embargo algunas heridas son muy profunda, algunos golpes muy demoledor, algunas grietas demasiado anchas para volverse a unir. Algunas experiencias un divorcio, una traición, el maltrato o el abandono, no dejan permanentemente heridas, nuestra psique desfigurada. Vivimos, seguimos adelante; pero no estamos arregladas.
Sin embargo, creo que hay un plan alternativo para las cosas que no pueden arreglarse. No funciona con plásticos destrozados; pero este plan puede transformar asombrosamente las cosas vivas como árboles y personas. Lo he visto en un nuevo retoño brotando de un troco destrozado y en el rostro de parejas cuyas reuniones de consejerías finalmente muestran algún progreso. Lo he visto en personas que al llegar a un estado de fracaso total han admitido su desesperanza y han comenzado a crecer de nuevo.
La estrategia de Dios para los árboles y las ramas rotas, para la vida y las almas heridas, no es reparación sino crecimiento: Dios no pone un parche, sino nos da el de comenzar de nuevo.
No se puede arreglar, pero puede volver a nacer. No se puede arreglar, pero puede ser hecho nuevo.
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